El 14 de marzo de 1937, el Palacio de Ibarra, ubicado en el municipio de Brihuega, Guadalajara, se convirtió en un escenario trágico de la Guerra Civil Española, testigo de uno de los episodios más olvidados y curiosos de este conflicto: la confrontación entre soldados italianos, combatientes de ambos bandos en guerra.
En un escenario poco común, se libró una auténtica "guerra civil italiana" en suelo español, cuando los miembros del Batallón Garibaldi, compuesto por voluntarios de la Brigada Internacional leal a la República, se enfrentaron en un feroz combate con la 2.ª Bandera Fiamme Nere, unidad del Cuerpo de Tropas Voluntarias del general italiano Mario Coppi, que apoyaba a las tropas sublevadas de Francisco Franco.
Esta batalla, que tuvo lugar en un territorio aparentemente alejado de los principales focos de la lucha, se convirtió en uno de los momentos más sangrientos de la Batalla de Guadalajara, una de las ofensivas más significativas del conflicto.
La confrontación se extendió durante casi nueve horas, en un combate cuerpo a cuerpo, con la artillería y el fuego de ametralladoras dominando el paisaje de Brihuega. En esta guerra fratricida, los soldados italianos luchaban entre sí, sin ningún interés en la causa política española, pero con el mismo fervor ideológico que los había llevado a participar en la guerra.
El Batallón Garibaldi, que en su mayoría estaba compuesto por voluntarios antifascistas, socialistas y comunistas, representaba el ala republicana en la lucha. Enfrente, la 2.ª Bandera Fiamme Nere, bajo el mando de Coppi, defendía los intereses del fascismo italiano, leal al régimen de Benito Mussolini y aliado del general Franco.
Lo que ocurrió en Brihuega aquel día no fue solo una batalla entre dos ejércitos, sino una demostración de la profunda división interna de Italia durante la Segunda Guerra Mundial. La confrontación reflejó la polarización política que existía en la sociedad italiana, una guerra civil de ideologías que se proyectaba ahora en territorio extranjero.
La batalla terminó con una clara victoria para los republicanos, pero a un alto costo humano. Casi todos los miembros de la 2.ª Bandera Fiamme Nere fueron aniquilados, mientras que el Batallón Garibaldi sufrió también numerosas bajas.
Muchos de los soldados italianos que lucharon en Brihuega eran conscientes de la contradicción de su situación, al enfrentarse en suelo español, luchando por causas opuestas que representaban la misma nación dividida.
Hoy, el Palacio de Ibarra, escenario de tanta tragedia, está ya desaparecido, el que fuera testigo mudo de aquella guerra fratricida que libraron los italianos en España, un recordatorio de cómo, en ocasiones, los combates por la ideología y la lealtad política no conocen fronteras.
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