El Antiguo Hospital de Brihuega, un lugar cargado de historia y anécdotas, se alza en la Plaza de Manu Leguineche, como un testimonio silencioso de los cambios que ha experimentado este rincón del municipio a lo largo de los siglos.
Situado en una posición estratégica, junto a la muralla, su historia está estrechamente ligada a la de Brihuega, transformándose con el paso del tiempo de un convento religioso a un hospital, y en la actualidad sede del museo de miniaturas del Profesor Max y del Museo de la Historia de Brihuega y en un futuro el Museo de la Lavanda y el Perfume.
El origen del edificio se remonta a principios del siglo XVII, cuando se fundó el Convento de San José hacia 1619 en el prado de Santa María, este convento pertenecía a la orden de los franciscanos descalzos, siguiendo la "Reforma de la Orden del Carmelo" impulsada por San Pedro de Alcántara, un fervoroso defensor de una vida austera y dedicada a la meditación.
Los frailes que habitaron el convento eran hombres de una profunda espiritualidad, que dedicaban sus días al estudio, la oración y el servicio a la comunidad. Estos religiosos, además de su dedicación a la vida contemplativa, eran reconocidos por su sabiduría y su compromiso con la enseñanza.
En el convento se albergó un colegio, proporcionando a los jóvenes de Brihuega y su Comarca, una educación sólida en una época donde el acceso al conocimiento no era tan amplio ni tan accesible como en la actualidad.
El edificio, en sus bajos, también albergaba una cárcel, un lugar donde se detenían a aquellos que habían infringido la ley. Esta coexistencia de lo sagrado y lo mundano bajo el mismo techo simbolizaba una dualidad constante en la época: la necesidad de redención espiritual junto a la disciplina y la justicia.
La tranquilidad del convento se vio sacudida con la llegada de la Desamortización de Mendizábal en el siglo XIX, un proceso que marcó un antes y un después en la historia de muchas instituciones religiosas en España.
Este evento tuvo un impacto devastador para el Convento de San José, los bienes eclesiásticos fueron confiscados y vendidos, y el patrimonio cultural acumulado durante siglos se dispersó o se perdió.
Una de las mayores pérdidas para el convento fue su biblioteca, que contenía un valioso conjunto de volúmenes de teología, filosofía y otros saberes que se habían recopilado durante generaciones.
El edificio del convento pasó entonces a manos del estado, y en 1835 se decidió transformar esta histórica construcción en el hospital de la villa. Hasta ese momento, el hospital de Brihuega había estado ubicado en la plaza de San Simón, pero la nueva ubicación ofrecía un espacio más amplio y adecuado para las necesidades médicas de la población.
El hospital funcionó un siglo, atendiéndose allí muchos heridos en 1937. Se incendió en 1947, se hicieron varias reparaciones y quedó el edificio desocupado, hasta los usos actuales, sede del museo de miniaturas del Profesor Max y del Museo de la Historia de Brihuega y en un futuro el Museo de la Lavanda y el Perfume.
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