La Real Fábrica de Paños de Brihuega, un emblema de la arquitectura industrial del siglo XVIII, ha visto restringidas las visitas a sus jardines, desde que el Ayuntamiento de Brihuega cedió el edificio a una empresa privada para la construcción de un hotel de cinco estrellas, los vecinos han visto reducidas sus oportunidades de visitar uno de los espacios más emblemáticos del municipio.

Ahora, las visitas a los jardines solo están permitidas los jueves por la tarde, una decisión que ha generado malestar entre los residentes.

La cesión del edificio, declarado Bien de Interés Cultural (BIC), junto con sus jardines, se formalizó por un periodo de 40 años, con un pago mensual de 1.250 euros, por parte de la empresa adjudicataria. Este acuerdo, aunque respaldado por la promesa de revitalizar la zona con un proyecto turístico de alto nivel, ha dejado a algunos vecinos de Brihuega con la sensación de haber perdido una parte importante de su patrimonio colectivo.

Los jardines, de estilo versallesco y sabor romántico, diseñados a comienzos del siglo XIX, forman parte de la identidad cultural del municipio. Según la tradición, la creación de estos jardines fue promovida por la esposa de D. Justo Hernández Pareja, un industrial y político liberal de la época, y su diseño se atribuye a los jardineros franceses Veyrat, padre e hijo, naturales de Grenoble.

Lo que más preocupa a la comunidad es que, a pesar de que tanto el edificio como los jardines son de propiedad de los vecinos de Brihuega, su acceso ahora se ve restringido. Los ciudadanos han expresado su deseo de poder recuperar un uso más amplio de los jardines, especialmente considerando que forman parte de su legado cultural y natural.

La limitación de las visitas a un único día de la semana, los jueves por la tarde, ha sido percibida como una imposición injusta, que beneficia principalmente a la empresa adjudicataria, en detrimento de los intereses de la comunidad local.

La Real Fábrica de Paños es mucho más que un simple edificio histórico; es un testimonio del auge industrial de Brihuega en el siglo XVIII y un símbolo del esfuerzo colectivo de una sociedad que apostó por el desarrollo económico a través de la industria textil. Sus jardines, por otro lado, representan un hito en la jardinería española de la época, combinando influencias francesas con un diseño romántico que hace de este espacio un lugar único en la región.

Sería una buena decisión, que el Ayuntamiento revisara las condiciones de la cesión y ampliara los horarios de visita. Para ellos, los jardines de la Real Fábrica no solo son un atractivo turístico, sino un espacio de identidad y orgullo local.

La pregunta que nos hacemos, es si será posible encontrar un equilibrio entre el desarrollo turístico y la preservación de los derechos de los ciudadanos de Brihuega, quienes esperan que las autoridades locales reconsideren una decisión que, en su opinión, les priva de disfrutar plenamente de su patrimonio.

En última instancia, lo que está en juego no es solo el acceso a unos jardines, sino la relación entre una comunidad y su historia, un legado que, aunque cedido temporalmente, sigue perteneciendo a los vecinos de Brihuega.