LA PUERTA DE LA CADENA DE BRIHUEGA, UMBRAL DE HISTORIA Y TRADICIÓN

13/12/2024

Al norte de la Villa de Brihuega, se alza con solemne sencillez la Puerta de la Cadena, antigua guardiana de los pasos que llevaban al vecino de Brihuega hacia la Villa de Atienza, razón por la cual, en tiempos remotos, se la conoció como Puerta de Valdeatienza. 

 

Este imponente arco de medio punto, discreto pero lleno de significados, ha sido testigo de siglos de historia y de los latidos de una villa conocida como el Jardín de La Alcarria.

 

Sus piedras, desgastadas por el tiempo, albergan secretos de reyes y nobles que atravesaron sus umbrales en épocas gloriosas y convulsas. Sobre su arco, varias placas conmemorativas narran fragmentos de la historia, como el asalto sufrido por la villa en 1710, en pleno fragor de la Guerra de Sucesión Española.

 

Fue aquí, en estas tierras alcarreñas, donde se libró la célebre Batalla de Brihuega-Villaviciosa, sellando en sus campos alianzas y desencuentros que determinaron el rumbo de España.

 

Hoy en día, la Puerta de la Cadena no solo custodia el pasado, sino que también se erige como un símbolo de bienvenida. 

 

Es la primera visión que tiene el viajero al descender del autobús, invitándolo a explorar los secretos que Brihuega guarda celosamente: calles adoquinadas que susurran historias, plazas llenas de vida, y un patrimonio que embriaga como el perfume de los campos de lavanda que circundan la villa.

 

Más allá de este arco, el viajero descubrirá tesoros como las cuatro Iglesias, la de Santa María de la Peña, la de San Felipe, y la de San Simón y la Iglesia de San Miguel. 

 

Sin olvidarnos de la Fuente de los Doce Caños, que para algún viajero le podrían parecer 24, así como las vistas infinitas desde el Castillo de la Piedra Bermeja, y la Fábrica de Paños de Carlos III, con sus jardines actualmente reconvertida en un hotel y muchos más monumentos históricos y rincones que el viajero irá descubriendo paseando por las calles de Brihuega.

 

La Puerta de la Cadena, más que un paso, es un umbral que conecta dos mundos: el del presente con sus visitantes y el del pasado que aún respira en cada piedra de la villa. Al atravesarla, uno no solo cruza un arco; se adentra en un viaje que funde historia, tradición y belleza, invitándonos a formar parte del relato eterno de Brihuega.

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