En Brihuega el verbo “podar” se practica poco. No es un municipio que el noble arte de la poda se lleve a cabo con asiduidad.

Y, por supuesto, esto no pasa desapercibido: los árboles del municipio, tan bellos y lozanos, a menudo parecen esperar con impaciencia que alguien se acuerde de ellos.

Brihuega es un lugar con muchos parques y una impresionante variedad de árboles en sus calles. Esta rica vegetación, tan característica del municipio, requiere cuidados y mantenimiento.

Y aunque algunos puedan pensar que los árboles se mantienen bien solitos, la verdad es que necesitan de un tratamiento silvícola adecuado para garantizar su salud y longevidad.

Los beneficios de unas buenas podas son innegables, y no se trata solo de cortar por cortar, en primer lugar, una poda bien hecha ayuda a mantener la forma y estructura de los árboles, evitando que sus ramas se conviertan en una amenaza para el tránsito de personas o vehículos.

Además, reduce el riesgo de que las ramas débiles o enfermas se caigan, evitando accidentes y daños innecesarios. Y no olvidemos la estética: un árbol podado correctamente lucirá siempre más armonioso, regalando sombras y paisajes agradables para todos.

En cambio, si se descuida esta tarea, los perjuicios son claros y bastante evidentes, el crecimiento descontrolado de las ramas puede ocasionar problemas de seguridad, obstaculizando caminos o incluso dañando infraestructuras cercanas.

Además, un árbol mal podado o nunca podado puede ser más susceptible a enfermedades o plagas, lo que, a la larga, comprometería su vida útil. Y por supuesto, el aspecto general de los parques y calles también se ve afectado, pues un árbol desaliñado y con ramas desmesuradas no contribuye al bienestar estético del entorno.

En resumen, la poda no es un lujo, es una necesidad, los árboles de Brihuega lo agradecerán, y los vecinos también. Esperemos que el Ayuntamiento, con un poco de visión y cariño por la naturaleza, decida cambiar sus políticas de poda, no cuesta tanto, y los beneficios son evidentes.